Registros Históricos de Inundaciones y Aluviones en el Valle de Ica
Las Inundaciones y Aluviones de Ica
A comienzos del siglo XVIII, el entonces Corregidor Antonio Cañedo remite de España a Ica la suma de 100.000 pesos de la época, para la construcción del Desaguadero de Chanchajalla, en los terrenos de la pampa de La Tinguiña. Para desaguar La Achirana y canalizar las inmensas “yapanadas” que continuamente discurrían desde las alturas. El 24 de febrero de 1775, otro inmenso aluvión desborda La Achirana por el sur de La Tinguiña y sepulta bajo el lodo la hacienda de Añamías, con sus párrales (en las inmediaciones de la actual hacienda Vista Alegre).
De esta manera, hace 3 siglos se inició el registro histórico de las inundaciones y aluviones que han afectado a Ica. Desde tiempos inmemoriales, la naturaleza ha determinado que el valle de Ica se inunde con aguas de “yapana” o corrientes de barro, en los meses de verano. Un proceso natural y muy particular de esta parte del Perú. Y no necesariamente vinculado al evento del Fenómeno de El Niño. Como el légamo del Nilo, aquí también han sido el beneficio y sustento de la agricultura y de la vida.
Las inundaciones de la ciudad de Ica en el siglo XX.
La primera gran inundación de la ciudad de Ica acontece el 17 de marzo de 1908, cuando la ciudad no superaba los 8.000 habitantes y el río estaba protegido por barreras de sauces y tamarices. El primer dique del Socorro, levantado en 1912 por indicación del ing. Sutton, se constituyó en la primera obra de defensa de la ciudad. En 1916 se dicta la primera ley para encauzar el río Ica, en vista de los periódicos y recurrentes destrozos que ocasionaba.
Pero fue sólo después de las grandes inundaciones de 1925, 1929 y 1932 que se acomete esta obra, de enorme magnitud para su época. Entre 1932 y 1935, se encauzan 18 kilómetros del río Ica entre Trapiche y el Puente Grau, se edifica la actual bocatoma de La Achirana y se construyen los primeros muros de cemento en las márgenes de la ciudad de Ica.
Es decir, la ciudad y del Valle de Ica han presenciado un largo historial de reconstrucción de obras de defensa ribereña, ante el recurrente embate de la naturaleza. Durante 70 años, con una enorme inversión en recursos, y una falsa sensación de seguridad a sus habitantes. Porque la ciudad de Ica se vuelve a inundar por desbordes del río, tanto en 1963 como en 1998. Esta última, la más catastrófica de la historia por su saldo de 120.000 damnificados y pérdidas de centenares de millones de dólares.
Las “inundaciones olvidadas” del margen izquierdo.
Las inundaciones del margen izquierdo del río Ica han pasado prácticamente desapercibidas. Es que, mientras la ciudad de Ica se protegía con defensas en el margen derecho de su río, entre 1932 y 1998 el río se ha desbordado en 15 oportunidades hacia su margen izquierda (es decir, hacia Acomayo y Garganto). En promedio, una vez cada 4 años y medio, y con una recurrencia no mayor de 8 años.
Si bien hasta 1970 estos desbordes afectaban sólo a campos de cultivo y algunas chozas, (y permitían salvar a la ciudad del riesgo de inundación), la sucesiva ocupación de pobladores en estos terrenos, ante cada nuevo desborde determina cifras cada vez mayores de damnificados. En 1983, en 1984, en 1986, en 1990, en 1994 y 1995 la margen izquierda ha sufrido los recurrentes embates del río. En cada oportunidad, con cientos de viviendas destruidas y miles de afectados. La inundación de 1998 sólo es una más en esta larga lista. Y ciertamente, no será la última.
Los “huaycos” o aluviones de Yapana: Cansas.
La historia escrita de inundaciones en Ica se inicia con las “yapanadas” que sepultaron las haciendas coloniales de La Tinguiña. Son las inmensas corrientes de barro de las quebradas de Cansa, Cordero y Raquel. La mayor amenaza al valle – y ahora también a la ciudad - de Ica.
Es que Cansa o Cansas es un cauce de huaycos que tiene una “capacidad de sorpresa enorme”, por su magnitud, peligrosidad y muy especialmente, por su periodicidad.
Cansa es la quebrada más activa entre los grandes cauces de huaycos que caen al valle de Ica. Entre 1921 y el año 2002, se han reportado nada menos que 32 años con aluviones catastróficos, cuyos destrozos han significado desde la interrupción del Canal de La Achirana y la inundación de haciendas y campos de cultivo, hasta poner en riesgo no sólo a las áreas urbanas de La Tinguiña y Parcona, sino ahora a la ciudad de Ica entera.
Para el registro de los últimos 82 años de historia, los aluviones en Cansas se repiten cada dos o tres años. Y casi sin duda, una vez cada 10 años, sobreviene un evento de gran magnitud. Un aluvión de barro, suficiente para extenderse desde Parcona por el sur, hasta Santa Rosa y Los Romanes, por el norte; y también alcanzar el río Ica transversalmente.
Los grandes aluviones de yapanas de Cansas en 1925, 1932, 1935, 1946, 1955, 1959, 1961 y 1967 se extendieron sobre terrenos entonces deshabitados o cultivados, sin ocupación humana. Estos aluviones de yapana, al extenderse en abanico, podían entonces ser canalizados por los denominados “desaguaderos” en Cordero (Santa Rosa), Santa Bárbara, Chanchajalla y Parcona (Orongo), procurando proteger de la inundación las haciendas y campos de cultivo, y permitiendo que las yapanas puedan aprovecharse en la agricultura.
¿Pero qué es lo que ocurre en las últimas décadas? La ocupación de pobladores en Parcona y La Tinguiña, sobre el cono aluvialdonde se extendían los huaycos. Es decir, se interrumpen los desagües naturales de Cansas hacia Los Frailes, Parcona y Orongo, se rellenan los cauces con escombros y se venden los lotes. Desde 1967, Parcona (y después La Tinguiña) viven bajo amenaza perpetua. Para protegerse, demandan encauzar el huayco desde Lomo Largo a Chanchajalla.
Por su parte, las empresas agrícolas ubicadas en La Máquina y Cordero, sobre el cono aluvial, han demandado la construcción de diques de encauzamiento en el cerro La Tranca, interrumpiendo los cauces de desagüe de Cansas hacia Cordero y Santa Bárbara. Y encauzando también a Chanchajalla.
En la práctica, estas obras de “encauzamiento” de los aluviones, están tratando de meter el aluvión de Cansas en un embudo. Que afecta, en último término, a Ica entera; como ocurrió en 1998, cuando el caudal de Cansas que bajó por Chanchajalla interrumpió el río Ica en Los Patos, 3 kilómetros aguas arriba de la ciudad, y provocó su desborde.
Los huaycos en Los Molinos y Tortolitas.
Desde 1876, el poblado de San José de los Molinos ha sido afectado en 18 oportunidades por los aluviones provenientes de las quebradas de La Yesera y La Mina. Es el precio que debe pagar por estar asentado en su totalidad en el cono aluvial de estos cauces. No obstante el trabajo de reconstrucción de diques de protección y el desvío de los huaycos al Boquerón de Yancay.
Los aluviones más destructivos acontecen en 1921, 1932, 1959, 1967, 1972 y 1998, en los cuales el poblado sufre una destrucción casi completa. En cada oportunidad, con mayor número de afectados y daños. Porque, mientras hasta 1967 el poblado no contaba con más de 150 familias, en 1998 las familias afectadas en el distrito sumaron 1.360.
La quebrada de Tortolitas es otro río de piedras con un retorno periódico similar a Cansas, cuyos aluviones se depositan sobre el cauce mismo del río Ica, interrumpiéndolo y provocando su desborde, al sobrepasar los diques. En 1925, 1932, 1942, 1972, 1990 y 1998 los aluviones de Tortolitas han sido de tal magnitud, que han sepultado con sedimentos la Bocatoma del Canal de La Achirana, interrumpiendo el riego de la mitad de las tierras del valle.
Los ríos de Yapana de Yauca y Cocharcas.
Las quebradas de Calabayazo, Ushpa, Lapsi, Tingo y Orongocucho alimentan los “ríos de Yapana” que discurren por la gran pampa o cono de Yauca de Cocharcas. Desde tiempos inmemoriales, estas corrientes de barro han sostenido la agricultura de “pozas escalonadas” o de un solo riego, en las comunidades de la parte baja del valle y Pampa de Los Castillos.
No obstante, los grandes caudales de barro han avanzado en diversas oportunidades hasta las zonas cultivadas próximas al río Ica. Como aconteció en 1932 y 1933, en 1942, 1955, 1967, 1972 y 1998. Las corrientes de barro de Yauca y Cocharcas han llegado entonces hasta el mismo río Ica, por Cantoral, por Los Tronquitos y por Aguada de Palos. En 1932 llegan hasta la misma hacienda de Ocucaje.
Las inundaciones y El Fenómeno de “El Niño”.
No se requiere necesariamente la presencia de un evento del Fenómeno de El Niño para que se produzca precipitación en Ica. Basta que se rompa la inversión térmica en los meses de verano. El desarrollo de actividad convectiva, asociada a presencia de nubes cumuliformes (cumulonimbos), es frecuente en las zonas medias y bajas del Valle de Ica.
Esto ha ocurrido frecuentemente, con y sin presencia del Fenómeno de El Niño, y puede ayudar a determinar la ocurrencia de catastróficas inundaciones y aluviones en el valle de Ica en 1946, 1955, 1961, 1963, 1967, 1994 y 1999, las cuales acontecen sin presencia del evento El Niño.
Por el contrario, eventos moderados y fuertes del Fenómeno de El Niño - como los acontecidos en 1965, 1983, 1987 y 1992 –, corresponden a años secos en Ica. Particularmente en 1992, que coincide con el año más seco del siglo XX. Por otra parte, el evento “moderado” de El Niño de 1931/32 ha sido el de mayor magnitud que ha afectado al Departamento y al valle de Ica, en el siglo XX.
De este modo, no debemos considerar a cada Fenómeno de El Niño como un evento de impacto similar y monolítico a lo largo de la costa peruana. En realidad, En Ica ocurren diversos fenómenos hidrometeorológicos locales relacionados en distintas formas a El Niño.
Inundaciones y aluviones, el principal problema de Ica.
La primera apreciación que resalta es la frecuencia y magnitud de estos eventos. Hemos reunido los datos de casi 300 registros de eventos hidrometeorológicos en el Valle de Ica en el lapso de 82 años comprendidos entre 1921 y el 2002. Para todo el departamento, disponemos de unos 1.000 registros en total, en Chincha, Pisco, Ica, Palpa y Nazca.
Asimismo, los caudales de aguas superficiales del río Ica están cada vez más concentrados, son caudales más violentos y destructivos. En los últimos 80 años, los caudales instantáneos máximos medidos corresponden a 1998, 1986, 1983 y 1975, en ese orden. En las quebradas ocurre una tendencia similar.
Es significativo y revelador la escasa importancia que el Estado y la sociedad local han dado a estos fenómenos. De haberse realizado un escrupuloso seguimiento de las lluvias, anegamientos, desbordes y aluviones en Ica, años atrás, seguramente se pudieron evitar muchos daños que después lamentamos. Ciertamente, no se le ha dado a las inundaciones y aluviones la prioridad que requieren. Este es el principal problema de Ica.
Equipo Huarango – Ica
Alejandro Pavez Wellmann, Geógrafo.
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